lunes, 20 de abril de 2009

En los labios de mis hermanos

El que tenga oídos para oír...

Un domingo durante la alabanza o adoración, yo me encontraba entre el grupo de alabanza a mi lado izquierdo y la congregación a mi lado derecho y pedía al señor que me ayudara a ver las cosas como él las ve, a ver a los demás como él los ve, a ver las situaciones a las que me enfrento cada día como el las ve, a tomar las decisiones que se presentan a cada instante del día como él lo haría.

De pronto, mientras alabábamos al señor, literalmente sentí como mis oídos fueron abiertos, y escuché una gran diferencia, la música y la alabanza (las voces de todos en la iglesia, grupo de alabanza a mi izquierda y congregación a mi derecha) se oían preciosas, y pude experimentar en ese momento el amor que Dios sentía al escuchar la alabanza que a él cantábamos, pude oír con cuánto amor el señor nos oye y cómo el percibe nuestra alabanza. Fue una gran diferencia entre el antes y el después de que mis oídos fueron "abiertos" y escuche como Dios nos escucha, era algo precioso, hermoso, donde se podía sentir el amor de Dios hacia nosotros.

Recuerden que mi oído musical no es bueno, pero dense una idea, para que yo lo haya podido percibir como una gran diferencia, así de notorio fue lo que el señor me mostró.

Nuestro señor es todopoderoso, grande en misericordia, y su amor no tiene fin, recordemos que debemos ver a los demás a través de los ojos de Jesús (como él nos ve), debemos hacer las cosas para Jesús, debemos pensar como el señor pensaría a cada momento.

A cada instante del día, el señor nos está hablando y mostrando cosas a través de todo
Lo que pasa a nuestro alrededor, pero puedo estar en el momento adecuado, puedo estar en el lugar justo, pero puede pasar desapercibido para mi su voz, su presencia o su enseñanza, si no estoy atento a su voz, a su llamado, a aprender la lección. Puedo estar absorto en mis pensamientos incluso mientras "alabo" al señor (lo digo por experiencia) y perderme la inmensidad de bendiciones que Dios tenía para mí en ese instante o por no ver las cosas como el señor las ve.

Y tu ¿cómo ves a los demás?, ¿como ves las circunstancias a las que te enfrentas diariamente?, ¿las decisiones que tomas, las tomaría así el señor, haría él lo mismo?

Nuestro Dios es un Dios de amor que sabe dar buenas dádivas a sus hijos, si le pides que te deje ver como él ve, él te lo dará, ¿estás dispuesto a recibirlo y dejar que el señor lo haga en ti?

Cuando Samuel fue a ungir al que sería rey (aun no lo conocía), pensaba encontrar a alguien grande, fuerte..., pero Dios le dijo que no viera lo que estaba delante de sus ojos, sino que viera el corazón, fue cuando pudo ver lo que Dios veía y pudo saber a quien Dios quería ungir como rey.

Cuando Samuel no conocía la voz de Dios, pensó que quien le hablaba era Elí, pero después pudo conocer y reconocer la voz de Dios, sus oídos fueron abiertos.
Myrna Isabel.

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